Resumen (Continuación)
Algunas recomendaciones para el principiante
a) La lectura es esencial para quien quiere ser escritor/a, así como escuchar música a una edad temprana es esencial para desarrollar el sentido musical. A través de la lectura se absorben, tal vez inconscientemente, los principios fundamentales de argumento y desarrollo. Para quien quiere escribir, lo mejor aún es leer activamente, observando los diferentes estilos y el manejo del lenguaje, la creación de atmósferas, el uso de figuras retóricas, voz y perspectiva del narrador, el manejo de los diálogos, de las tensiones, y otras numerosas herramientas que hacen una narrativa interesante y un estilo vívido y convincente. Esto incluye leer los diarios, porque el idioma periodístico ofrece excelentes ejemplos de las estrategias utilizadas para despertar y mantener el interés del lector. Multitud de buenos escritores fueron primero periodistas.
b) No limitarse a lo que nos es familiar. Si ha dicho por ahí que el principiante tiene que comenzar a escribir sobre lo que conoce: su gente, su ambiente, su país, sus experiencias. Pero esto no es absolutamente necesario. La única condición para elegir un tema es que te resulte fascinante, intrigante, y te de ganas de investigarlo más. Y si es intrigante para uno, seguramente lo va a ser para otros lectores. En cualquier caso, lo importante es tener algo interesante que contar. Si no hay una buena historia, no vale la pena el esfuerzo. Hay que dejar que el tema lo busque a uno/o una, y no lo contrario. ¡Que golpee a tu puerta!
c) Extraer ideas de la vivencia diaria, de los recuerdos y de los sueños. Esto es esencial para la creación de personajes y ambientes. Si es un memoire, tenemos el problema resuelto (o casi). Si es ficción, conviene ser un buen observador, porque el propio entorno físico provee enorme caudal de material. Piensa en las características físicas de los protagonistas (incluyendo la ropa si es novela contemporánea) y psicológicas; en la creación de diálogos fidedignos; o de la atmósfera — colores, sonidos, olores. Finalmente, los sueños suelen ser una fantástica fuente de inspiración, si tenemos la suerte recordarlos y capturarlos antes de que se desvanezcan. Aquí hay algunas técnicas que tal vez ayuden: https://www.psychologytoday.com/blog/emotional-freedom/201002/how-remember-and-interpret-your-dreams
d) No hacer caso a las fórmulas. Los consabidos diagramas sobre “cómo escribir una novela”, que marcan paso a paso la evolución de la narrativa (Comienzo /Desarrollo / Presencia de fuerzas antagónicas / Crisis /Resolución, etc) y otras semejantes, en general basadas en trayectoria del héroe mítico (que Joseph Campbell expuso tan magníficamente en El Héroe de las Mil Caras) pueden ser un impedimento más que una herramienta útil, si se la quiere forzar. Si se tiene una buena historia para contar, la secuencia de la narrativa va a surgir de forma espontánea, precisamente porque esta trayectoria, según Campbell, es arquetípica, y ya la tenemos internalizada.
e) Hacer uso del ejercicio físico y el grabador. Las mejores ideas suelen ocurrir durante un moderado ejercicio físico, porque mejora las funciones cognitivas y la solución de problemas. Una buena manera de recordar las ideas que se nos ocurren durante una caminata es llevar consigo un grabador. Se diría que la creatividad que el ejercicio, aeróbico especialmente, promueve, se debe a la mente se libra de las barreras impuestas por el stress o la ansiedad. Pero hay más, a nivel químico/neurológico. Para quien le interese el tema, un buen libro (segundo capítulo) es el último de Norman Doidge, sobre neuroplasticidad: The Brain Way’s of Healing.
f) No tomarse la escritura como una obligación diaria. Algunas personas se esfuerzan en tener una rutina, tengan o no tengan inspiración. De ahí el llamado “writer’s block”: la inspiración no llega con el mero hecho de poner nuestras sentaderas en la silla y las manos en el teclado. Otras escriben cuando sienten el inconfundible llamado de la musa que exige materializarse en la palabra. No hay un conceso en cuanto a cuál práctica es más productiva, todo depende de la personalidad de cada individuo. Pero creer que sin una rutina y disciplina no hay progreso, es una suposición falsa. Lo opuesto también.
g) Investigar. No importa si se quiere escribir una historia corta o larga o un memoire. Hay que asegurarse de la exactitud cuando se hace mención de lugares geográficos, fechas, eventos, etc. que se presentan como fidedignos, y no confiar meramente en la memoria o suposiciones. Una autora de un libro de inmigración, por ejemplo, dijo que la niña salió de Tegucigalpa por la mañana, caminando, y llegó a la frontera de Guatemala por la noche. Es decir, recorrió a pie más de 300Km en 12 horas! Si toma tanto tiempo escribir un libro, ¿por qué no invertir un poco más en la investigación?
h) Compartir. Cuatro ojos ven más que dos, decían nuestras abuelas, y cuatro pares, podrán crear un milagro; o por lo menos, significar una gran diferencia en un manuscrito. Un club de escritores funciona bien para este propósito, y también un intercambio de manuscritos con otro escritor. Pero ojo con los criticones: especialmente cuando se está en la etapa de brainstorming, todas las ideas son válidas. Ya habrá tiempo para el proceso de selección y poda. Más de una vez se pierde un talento por hacer caso a una crítica arrogante.
i) Ser capaz de dejar la obra por un tiempo. Si se empacado y no se sabe cómo resolver ciertas situaciones o partes del argumento, lo aconsejable (después de probar con varias arduas caminatas) es dejar al inconsciente continuar trabajando “entre telones”. La solución puede presentarse en el momento menos esperado.